Un desarrollador de software en Texas, Davis Lu, llevó su resentimiento laboral a otro nivel, orquestando un sabotaje digital que sumió en el caos a su exempresa, Eaton Corp. Tras una "reorganización corporativa" en 2018 que redujo su rol dentro de la compañía, Lu vio venir su despido y decidió dejar un último mensaje que nadie olvidaría.
Durante un año, Lu trabajó en la creación de un sistema de
sabotaje automatizado. Diseñó dos piezas de código: una destinada a cerrar
sesión a los empleados y borrar sus archivos, y otra, bautizada como
"IsDLEnabledinAD" (en referencia a su propio nombre), que actuaba
como un disparador. Mientras su nombre permaneciera activo en el directorio de
la empresa, el código no se ejecutaría. Pero si su estatus cambiaba a
"desactivado", la bomba digital estallaría.
El 9 de septiembre de 2019, su despido fue oficial. Como había previsto, su estado en el sistema cambió, y el kill switch se activó de inmediato. De repente, empleados de toda la compañía quedaron bloqueados de sus sistemas y perdieron sus archivos. El caos fue instantáneo.
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La investigación de la empresa no tardó en dar con el
responsable. El código llevaba un rastro obvio hasta Lu, quien dejó evidencia en su historial de búsquedas en la computadora de la empresa, con consultas
detalladas sobre cómo ejecutar su plan.
Según Eaton Corp, los daños financieros ascienden a cientos
de miles de dólares, mientras que la defensa de Lu sostiene que la cifra real
ronda los 5,000 dólares. Ahora, enfrenta hasta 10 años de prisión por sabotaje
informático.
La lección de una venganza extrema
Muchos empleados descontentos han fantaseado con renunciar
de forma memorable. Pero pocos llevan su plan a tal extremo como Lu, quien pasó
un año perfeccionando su respuesta al despido. Este caso no solo ilustra los
riesgos de un empleado descontento con habilidades técnicas avanzadas, sino que
también es una advertencia sobre la importancia de la ciberseguridad dentro de
las empresas.
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